Las implicaciones de la anomia social en una sociedad llena de tragedias
Autor:
Gerson Eliezer Upún M.
Después del incendio de esta semana en
la zona tres capitalina, y la tragedia vial acaecida en Nahualá, pasa
desapercibido un sentimiento de dolor, ira y escepticismo en las conversaciones
de los guatemaltecos, para eventualmente convertirse en un cúmulo de
prepotencia e indiferencia. Al conjunto de actitudes que normalizan ese ingente
de situaciones y que impactan la integridad de la sociedad como tal, se le
conoce como anomia social, un mal crónico de la sociedad moderna, concepto que
más adelante se desarrollará más detenidamente, y que significa un peligro para
el tejido social de Guatemala.
En este sentido, ese cúmulo de
prepotencia e indiferencia acrecentado por el morbo de las noticias, el
sensacionalismo de los medios de comunicación y las redes sociales, provoca la
elaboración de suposiciones y comentarios, pero parece que para llegar al fondo
existe un camino igual de trágico que el problema mismo. Mientras tanto, llega
el momento cuando ya nadie sabe ni dice nada; cuando ya a nadie le importa qué causó
cual cosa, ni cómo posiblemente puede preverse. En ese momento, ya no importa
nada, sino el más puro y egoísta interés por cumplir con una rutina que propicia
el bienestar individual por sobre todas las cosas. Lo mismo podríamos decir sobre
nuestro endeble sistema político.
Ahora bien, los incidentes mencionados
anteriormente pasan a diario, en cualquier parte del país. A medida que las
capacidades de difusión de los medios de comunicación son más grandes, su cobertura
también lo es, pero no podríamos decir lo mismo sobre la inacción de las
autoridades para gestionar, educar y prever que estas tragedias puedan
evitarse. Lo anterior hace que éstas terminen normalizándose, pasando a ser
parte de la cotidianidad de una realidad muy triste y confusa, que no permite
ver con claridad las verdaderas causas por las que suceden.
Peor aún, reproducen a su vez un ínfimo
interés por todo aquello que no se puede apreciar fuera del propio bienestar
individual. Es decir que, todas aquellas actitudes y esas acciones en conjunto,
reproducen un cambio en la conducta de las personas que son miembros de
determinada sociedad y que eventualmente arraigan un sentido de inconformidad e
insatisfacción frente a su misma realidad.
Émile Durkheim[1] ya
hablaba de esto hace mucho tiempo, y dispuso desarrollar el concepto de Anomia
Social, refiriéndose a la identificación de los momentos en los que los
vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde sus fuerzas para integrar y
regular adecuadamente a los individuos, hasta generar fenómenos sociales como
el suicidio, entre otros. (López, 2009).
Pero como lo que aquí corresponde
explicar es esa relación entre individuos y sociedad como un ente integral, y
que de no existir dicha integración se reproduciría una situación nociva en otros ámbitos de la realidad social, se
podría entonces aseverar que la de Guatemala es una realidad poco esperanzadora.
Una realidad anómica que tiene antecedentes explicativos desde la historia y la
geopolítica, que podrían mencionarse en otro momento, pero que resultan fundamentales
por reflexionar cuando se trata de comprender la idiosincrasia guatemalteca. ¿Cómo
podemos entonces construir esperanza? ¿Es siquiera posible?
Solo en la ciudad capital, se enfrentan
diariamente problemas como robos, homicidios, femicidios y violencia doméstica;
como también la insatisfacción por los servicios de las instituciones públicas,
la corrupción, desnutrición, etc., las cuales desafortunadamente forman ya
parte de la realidad citadina, y al mismo tiempo van cimentando las bases para la
construcción de una sociedad frustrada e indiferente, y por ende, apática
frente a la actualidad política. No digamos en el interior del país.
El papel de la anomia social dentro de
la esfera política
Por lo consiguiente, cuando se traslada
este tema a la esfera política, es evidente el nulo interés por la
participación ciudadana o siquiera por conocer el proceso electoral para emitir
el sufragio en las urnas dentro de unas semanas; debido a que si el mismo
sistema no propicia confianza en sus habitantes, incluso en los aspectos más
básicos para su bienestar común, éstos en consecuencia, no sentirán ningún tipo
de responsabilidad para responder a sus deberes ciudadanos.
Es decir que el problema responde a un
Estado cuya estructura ha estado siempre cooptada por poderes oscuros, que nada
responden a los mal llamados “principios democráticos” instaurados en el país
desde finales del siglo pasado, lo cual repercute en un ambiente electoral incierto,
dentro de la coyuntura actual. Lo cual incrementa ese sentido de prepotencia e
indiferencia del cual se hablaba al principio de este artículo.
En ese sentido, la propuesta sería
repensar [2] la
realidad. Tomarse el tiempo para reflexionar en la realidad individual, para después,
trascender al trabajo colectivo que pretenda siquiera mover la estructura
política, e incidir en la construcción de nuestro muy débil y roto tejido
social. La propuesta es transversal, requiere de reflexión previo a culminar en
acción.
Ésta a su vez va formándose a partir de
la cohesión y reproducción de una vida sana y estable, donde una sociedad
entera puede autoconocerse, aceptar su historia y trabajar para modificar su
presente. Se trata de dispersar las nubes de humo que no nos dejan trabajar en
conjunto, trascender de la anomia social y no dejar que un incendio nuevo altere
la posible solución, metafóricamente. Esto a través de la lectura de la
realidad, la reflexión y la participación política.
En conclusión, estemos advertidos que reflexionar
no nos hará ricos, pero sí que nos guiará al umbral de las ideas y soluciones,
y más tarde, (afortunadamente no muy tarde) esas ideas servirán de amalgama
para la construcción de propuestas inteligentes que eviten nuevas tragedias en
el país, como las que se viven a diario.
Nuevamente: Es más que un problema de
estructura, se trata de voluntad política y planificación estratégica. No es muy
difícil comprenderlo. Es decir, mejor señalización de tránsito en las nebulosas
carreteras de Solola; mejor iluminación, concientización y capacitación para
los choferes de buses extraurbanos, educación vial básica. Planificación
estratégica para una ciudad ordenada y limpia, etc. ¿Es realmente difícil
comprenderlo? ¿Qué nos detiene para evitar que sigan sucediendo?
Fuente:
López Fernández, María del Pilar, EL
CONCEPTO DE ANOMIA DE DURKHEIM Y LAS APORTACIONES TEÓRICAS POSTERIORES.
Iberoforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana [en
linea] 2009, IV (Julio-Diciembre) : [Fecha de consulta: 29 de marzo de 2019]
Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=211014822005> ISSN.
[1] Sociólogo y filósofo francés que
propuso tesis y documentos extensos en el campo de la sociología, del cual uno
de los más importantes es el concepto sobre el Hecho Social.
[2] Hugo Zemmelman propone que
repensar la historia, es también repensar la realidad desde un punto de vista
latinoamericano, pero que también aplica en este caso como un proceso mental
reflexivo, que trata de cuestionar en dónde nos encontramos para poder
posiblemente encontrar soluciones a los problemas que nos afectan actualmente. Artículo
original: Introducción a la obra de Hugo Zemelman y su aporte al estudio de
sujetos sociales en Latinoamerica. Categorías, observaciones y reflexiones.
Gerson Eliezer Upún Marroquín
Futuro Internacionalista
gersoneliezer95@gmail.com
2019
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por emitir opinión sobre este tema. Es su responsabilidad decir lo que piensa. Procuramos mantener un nivel saludable de discusión. Si su comentario es peyorativo, abusivo o incorrecto nos reservamos el derecho de bloquearlo.